Cuentan que Napoleón Bonaparte se dirigió con esas palabras a su criado quien, apresurado en abotonarle la chaqueta, no lo hacía correctamente.
El apuro casi nunca es buen consejero; en el Parque Pereyra las cosas se están haciendo a gran velocidad aunque no necesariamente bien. El Ministerio de Espacio Público de la Ciudad ha iniciado trabajos cuyos resultados podrían ser bastante cuestionables.
La historiadora y vecina María Rosa Gamondés nos recuerda que el Parque debe su nombre a Leonardo Pereyra, quien donó las tierras para su creación como marco a la iglesia que planeaba construir. Fallecido en 1897, la obra fue concretada por sus herederos quienes donaron en 1904 a la Municipalidad cuatro manzanas para la conformación del espacio verde.
Ese mismo año comenzó a construirse el imponente edificio de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram (hoy basílica), finalizada en 1907 y consagrada en 1908. Pocos meses después, el paisajista francés Carlos Thays (autor de los diseños de los bosques de Palermo, la Plaza de Mayo, el Jardín Botánico y la Plaza del Congreso) trazó los grandes lineamientos del parque y diseñó un espacio verde que debería actuar como marco de la basílica.
El mismo se inauguró en 1920 llevando hasta hoy la impronta inconfundible de Thays. Conjunto religioso y parque fueron concebidos como un todo: un parque que daba marco a la iglesia, que la abrazaba con su verdor, sus líneas curvas destacaban la cercanía con la naturaleza. Era un espacio para la recreación, sí, pero básicamente, un parque para la contemplación.
Ese mismo año comenzó a construirse el imponente edificio de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Betharram (hoy basílica), finalizada en 1907 y consagrada en 1908. Pocos meses después, el paisajista francés Carlos Thays (autor de los diseños de los bosques de Palermo, la Plaza de Mayo, el Jardín Botánico y la Plaza del Congreso) trazó los grandes lineamientos del parque y diseñó un espacio verde que debería actuar como marco de la basílica.
El mismo se inauguró en 1920 llevando hasta hoy la impronta inconfundible de Thays. Conjunto religioso y parque fueron concebidos como un todo: un parque que daba marco a la iglesia, que la abrazaba con su verdor, sus líneas curvas destacaban la cercanía con la naturaleza. Era un espacio para la recreación, sí, pero básicamente, un parque para la contemplación.
Como en tantos otros casos, la desidia y el abandono de años fueron dando cuenta de ese espacio verde fundamental de Barracas haciendo imperiosa su recuperación. Ahora bien, como decíamos al comienzo, las obras comenzaron prontamente y la pregunta que muchos nos hicimos fue: se respetará el valioso e histórico diseño original de Thays?
El arq. Marcelo Magadán, especialista en Gestión de Conservación de Patrimonio, analiza el proyecto en ejecución haciendo notar que:
El arq. Marcelo Magadán, especialista en Gestión de Conservación de Patrimonio, analiza el proyecto en ejecución haciendo notar que:
- Se altera la traza original de Thays en los caminos internos para peatones y las calles que lo cruzan.
- Se reemplaza la tradicional granza (piedritas de ladrillo) por cemento.
- Los nuevos caminos no tienen en cuenta los árboles existentes.
- En las veredas exteriores se reemplaza las tradicionales baldosas calcáreas rojas por baldosones color gris.
- Se agregan luminarias que no guardan relación con las farolas existentes.
- Se modifica el lago original con el agregado de adoquines, que nunca existieron, en el borde.
- Se reemplazan los bancos tradicionales por otros de diseño moderno.
En su informe, Magadán concluye que el proyecto en ejecución no mantiene ni el espíritu del proyecto de Thays ni el de 1940, época que se tomó como referencia, calificando lisa y llanamente de destrucción el proceso en curso.
Hoy nos hacemos algunas preguntas más:
No hubiese sido preferible y razonable invertir los 9.824.959,46 pesos en ejecutar un proyecto de restauración serio y respetuoso desarrollado en base a consultas con especialistas, historiadores y paisajistas? El ejemplo de la próxima recuperación del Parque Lezama demuestra que puede hacerse correctamente.
Por qué se desperdicia una oportunidad excepcional de volver a contar con un espacio verde único en Barracas con el esplendor que supo tener?
Esta vez –otra vez- le pusieron al revés la chaqueta a Napoleón. Eso sí: rapidísimo.
Hoy nos hacemos algunas preguntas más:
No hubiese sido preferible y razonable invertir los 9.824.959,46 pesos en ejecutar un proyecto de restauración serio y respetuoso desarrollado en base a consultas con especialistas, historiadores y paisajistas? El ejemplo de la próxima recuperación del Parque Lezama demuestra que puede hacerse correctamente.
Por qué se desperdicia una oportunidad excepcional de volver a contar con un espacio verde único en Barracas con el esplendor que supo tener?
Esta vez –otra vez- le pusieron al revés la chaqueta a Napoleón. Eso sí: rapidísimo.
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Recomendamos especialmente visitar los siguientes vínculos:
Parque Leonardo Pereyra
Revisión pormenorizada y análisis crítico del proyecto en ejecución, reseña histórica del parque, etc.
La destrucción del Pereyra
por el arq. Marcelo Magadán
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